viernes, 20 de junio de 2008

CARRERA A LA CHILENA

Aunque las carreras de caballos han sido conocidas desde los más remotos tiempos, no se sabe con exactitud como empezaron en Chile. Algunos historiadores consideran que las más antiguas formas de correr eran las llamadas carreras de resistencia, en las que se probaba el alcance del jinete y del animal. Durante La Colonia se puso de moda una variante muy especial, con características propias y originales. La carrera a la chilena es la obra de un personaje típico de nuestros campos, en particular de la zona central; el huaso. Era este un campesino enriquecido, de origen mestizo, que ha subsistido hasta los tiempos actuales, y que cultivo una especial dedicación hacia el caballo. Fue él quien creó esta peculiar versión, que se extendió ampliamente en campos y poblados. Como quiera que fuese, las carreras eran fiestas de mucha fastuosidad y, sobretodo, un acontecimiento social. A ellas concurrían hombres y mujeres de todas las edades y condiciones, clases y razas. Para realizar la carrera a la chilena, era necesario disponer de una cancha apropiada. Estuvieron repartidas a lo largo del país y era raro encontrar un pueblo donde no existiera una. Las más famosas se verificaban en un llano que distaba como cinco millas de la ciudad y a ellas concurrían hasta diez mil personas. Los señores iban en grandes carretas entoldadas, tiradas por bueyes. Una vez en el lugar de las carreras, formaban una especie de calle con las carretas, muchas de las cuales estaban pintadas por fuera a semejanza de casas, y en el interior adornadas con cortinas. A la hora de la comida, cada familia sacaba sus provisiones y todas se sentaban en el pasto y comían juntas. Durante estas reuniones, las apuestas eran habituales. “Así pierden, escribe un historiador, las talegas de monedas, las vajillas de plata, las manadas enteras de ganados mayores y aún esclavos”. A consecuencia de ello, se dictó un bando en 1738 en el que se suprimían las carreras de caballos en todo el país. Sin embargo, fue imposible extirpar esta costumbre en un pueblo ”tan rumboso y tan de a caballo como el huaso de Chile”. En las postrimerías de la Colonia, estas diversiones comenzaron a perder importancia y a ser reemplazadas por que interpretaban mejor a la nueva sociedad. A medida que aumentaba la paz y se desarrollaba la agricultura, crecía la seguridad y se aminoraba el estado de guerra, decrecía la influencia militar de los gobernadores y aumentaba la administrativa, los torneos y presentaciones ecuestres comenzaron a declinar. Eran también otros tiempos. Las carreras de caballos están vigentes en nuestros días con variantes en su reglamentación, pero la base de la carrera en si y la alegría popular son las mismas.

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